¿Quién tiene el derecho de impedir que alguien sea evangelizado, libre o salvo?
¡NADIE! Incluso, el Señor Jesús afirmó que: “Pero al que haga tropezar[a] a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le sería que le colgaran al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y que se ahogara en lo profundo del mar.” (Mateo 18.6). O sea, si el Señor Jesús afirma, “ay de aquellos que son una piedra de tropiezo” para los que están en El Camino, que ya conocen La Verdad, imagina a aquellos que impiden a los que todavía no conocen de verdad.
El Señor Jesús nos libró de las tinieblas, del poder e influencia del mal para que Le conociéramos y Le sirviéramos.
Para que entiendas la gravedad del asunto, el Señor dice que: “… mejor le sería que le colgaran al cuello una piedra de molino… y que se ahogara en lo profundo del mar.” Que sepas que las dos peores muertes físicas que un ser humano puede sufrir es o por fuego o por ahogamiento. Por eso, nadie tiene el derecho de impedir que una persona sea evangelizada, libre o salva… ni los demonios (que conocen nuestros errores y debilidades) y ni mucho menos tú y yo, que conocemos la Verdad y servimos a Dios.
Sin embargo, ¿cuántos no fueron, no están siendo y no serán todavía? Aunque, esta no debe ser tu preocupación ni la mía… nuestra preocupación no debe ser quien fue, está siendo o será, sino, ¡QUE NO SEAMOS! O sea: ¡YO NO SOY Y NUNCA SERÉ, JAMÁS, UNA PIEDRA DE TROPIEZO” Sea para quien conoce o todavía no conoce, porque yo no tengo este derecho. ¡Además, nadie lo tiene, por eso el Señor Jesús no permitió que muriéramos sin conocer EL CAMINO!
¿No es verdad?