En mi casa había muchas peleas, esto me hacía sentir triste y vivir en soledad. Mis hijas vivían angustiadas porque su padre estaba en los vicios del alcohol y me maltrataba verbal y físicamente.
Durante mucho tiempo vivimos bajo este ambiente, hasta que una amiga me hizo la invitación para la Iglesia Universal. Decidí buscar la ayuda de Dios y fui a participar junto a mis hijas. Poco a poco comenzamos a ver el cambio, nuestro corazón fue lleno de paz y armonía. Dejamos la tristeza, las peleas y todos los males desaparecieron, gracias a Dios.
Jackeline