“Desde los siete años comencé a fumar cigarrillos, tabaco y narguile, esto me produjo problemas de autoestima y depresión. Cada día me iba hundiendo más, mi comportamiento fue cambiando y me convertí en una joven rebelde, sin querer seguir viviendo, padecía de insomnio y pesadillas.
Todo este estilo de vida se convirtió en una necesidad que ya no podía parar. Además también empecé a practicar el juego de la asfixia que consistía en asfixiarse hasta que la persona se desmayara. En varias oportunidades intenté quitarme la vida, mis padres querían llevarme a un psicólogo.
Ellos recibieron una invitación para asistir a la Universal, comenzaron a participar y a través de ellos yo también comencé a asistir. Recuerdo que yo iba de cualquier manera y no le daba importancia a lo que decían, hasta que un día no soporté más la depresión que tenía y dejé que Dios actuara en mi vida.
Asistiendo a la cura de los vicios y haciendo el tratamiento con fe, logré ser libre de todos los males, ya no sentía la necesidad de fumar y realizar juegos extraños. Mi vida pasó a ser distinta y gracias a Dios hoy soy una joven con paz y armonía pues el Señor Jesús transformó mi ser.”
Michelle Fonseca