Durante quince años estuve sumergida en el vicio del cigarro y el alcohol. A causa de esto trabajaba y gastaba el dinero en vicios, recuerdo que a veces si no tenía para obtenerlos vendía la comida o lo que tenía y poder tener algo que fumar o beber. Perdí mi matrimonio, el respeto de mis hijos y el apoyo de mis padres. Me sentía desesperada y vivía en la ruina total.
Después de recibir la invitación a la Iglesia Universal y participar en el tratamiento de la cura de los vicios poco a poco fui cambiando. Abandoné todo lo que me afectaba y ya no necesito beber ni fumar para estar bien.
Gracias a Dios soy libre, ahora tengo mi matrimonio restaurado y una familia unida, en mi casa hay paz y de hecho recuperé la confianza que había perdido.
Soraya de Rodríguez