Mi vida estaba llena de problemas porque en la casa no existía paz, mi esposo ingería alcohol y esto lo hacía ser agresivo y por este motivo mis hijos eran rebeldes. Recuerdo que ya no soportaba la situación y sentía que todo se había salido de control, abandoné a mi familia y en medio de la desesperación conocí la iglesia Universal, tomé la decisión de asistir y a buscar ayuda, primero para mí que necesita sanar las heridas y tener fuerzas para seguir adelante.
De esta forma comencé a realizar las cadenas de oración y Dios sacó de mi el rencor y los males que tenía. Me acerqué a mis hijos y a mi familia y le hice la invitación a mi hijo para que participara, poco a poco comencé a notar los cambios y le encontré sentido a la vida.
Hoy somos una familia estable, bendecida con paz, pues el Señor Jesús nos transformó por completo gracias a Dios.
Isbelia Contreras