camino

Cuando eres de Dios o tienes un problema o un enemigo, o tu enemigo no es íntimo de Dios. Quien lo va a perseguir va a ser el propio Dios. “Y vosotros perseguiréis a vuestros enemigos y caerán a espada delante de vosotros” (Levítico 26.7).

Pero, ¿quién está persiguiendo a quien? ¿Estás persiguiendo o tus enemigos te están persiguiendo? Quien es amigo de Dios, no es perseguido por los enemigos, sino que Él persigue a tus enemigos por ti y tú tienes el valor de enfréntalos. Entonces, ¿quién está con Dios puede caer? ¡No debe! Somos tentados, perseguidos, atacados, pasamos por dificultades, pero ni por eso tenemos que caer. Tú y yo tenemos que permanecer firmes y de pie para caminar y no estar caídos, postrados, estacionados con la misma vida, la misma forma de pensar, hablar, reaccionar, decidir, orar, adorar… ¡Tenemos que avanzar, salir del lugar y conquistar! Para eso debemos de usar la espada que es la Palabra de Dios, utilizando lo que está escrito. Ella permite defenderte de los pensamientos negativos y tentaciones y conquistar objetivos y sueños.

“Cinco de vosotros perseguirán a cien, y cien de vosotros perseguirán a diez mil, y vuestros enemigos caerán a espada delante de vosotros.” (Lv 26.8).

Quiere decir que cada uno de nosotros tenemos que vencer, ¿cuántos enemigos? ¡20! Ahora si es prácticamente imposible para una persona vencer cuatro enemigos, ya que está rodeada, ¡imagínate a 20 o100! Pero si estás con Dios, ¡vences TODO! Y no hablo de 20 0 100 enemigos a lo largo de tu vida, sino en un solo momento. Esa diferencia del número de enemigos tiene que ver con la entrega de cada uno. ¡Cuánto más se da, más se exige!

Observa que Dios vuelve a repetir la palabra “caer”, debido que nuestros problemas, enemigos, dificultades, tentaciones, es decir, sea lo que sea, tienen que caer. Entonces, la pregunta es: ¿quién está caído delante de quien? ¿Tú estas caído delante de el mal o el mal está caído delante de ti? Son preguntas que nos tenemos que hacernos y respondernos a nosotros mismos.

“Me volveré hacia vosotros y os haré fecundos y os multiplicaré y confirmaré mi pacto con vosotros.” (Lv 26.9).

Dios está dando atención a los fieles. Si lees los versículos anteriores, verás que Él habla sobre la reverencia al Santuario (= Dios). Quiere decir, ¿dónde está tus ojos: en el problema, en el pasado, en tus errores, en tus decepciones, en tus debilidades, o están en el Santuario, de donde viene la ayuda? ¡Dios promete TODO! Promesas que envuelven todas las áreas de tu vida – espiritual, física, familiar, sentimental y económica – Él promete hacer todo, pero esto tiene un precio. El precio es que tú y yo Lo reverenciemos y Le prestemos atención. Sin embargo, esta atención dada por Dios no es para estar en la misma situación, sino para ser fructífera. Dios quiere que ganes, te multipliques, crezcas, tengas vigor, disposición, objetivos y que éstos sean alcanzados, sueños y que éstos sean realizados y los problemas resueltos.

Es decir, todo lo que es bueno – Tu salud, Tu alegría, Tu paz, Tu equilibrio emocional – Dios quiere multiplicar. Y todo lo que es malo, Él lo quiere acabar. Pero, para eso, no tienes que estar casado con Dios y con el mal. Tienes que divorciarte del mal. Y ese mal, hoy es la maldad, el orgullo, la idolatría, la malicia, los malos ojos… Todo aquello que te impide casarte con Dio, pues Él quiere confirmar esta alianza.

“Y comeréis de las provisiones almacenadas y tendréis que sacar lo almacenado para guardar lo nuevo.” (Lv 26.10).

Dios ahora habla de prosperidad. Y, según Él, vas a tener mucho, vas a ser tan realizado que lo viejo tendrá que ser eliminado para dar paso a lo nuevo. ¡Dios quiere que siempre seas renovado! Que no te quedes siempre en el mismo nivel, con la misma forma de pensar, ser, actuar, vivir… sino que siempre estés en ese proceso de renovación. ¡Remover lo viejo para dar lugar a lo nuevo! ¿Quieres nuevos pensamiento? Entonces, ¡Elimina los viejos!

“Además, haré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os aborrecerá.” (Lv 26.11).

Dios quiere que tu Santuario esté en tu interior por medio del Espíritu Santo, que te da la alegría de la Salvación, la paz y que trae una indignación contra todo lo que no proviene de Dios, para que no te dejes corromper, caer en tentación, vender o desviar ni para la derecha ni para la izquierda. Dios quiere perdonar tus pecados, salvar tu alma y apagar tu pasado, de tal forma que, en lugar de aborrecerte, Él te va a desearte.

“Andaré entre vosotros y seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo.” (Lv 26.12).

Dios quiere caminar con quien está en Alianza con Él, con quien se casa con Él y reverencia Su Santuario. Ya que sólo el pueblo de Dios tiene Su tabernáculo en su interior – la fuerza, la luz, la energía, la dirección, el poder, la sabiduría y el coraje de Dios.

“Yo soy el SEÑOR vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto para que no fuerais esclavos de ellos; rompí las varas de vuestro yugo y os hice andar erguidos.” (Lv 26.13).

No puedes cometer los mismos errores del pasado. Acuérdate que el peor esclavo es el espiritual. Y cuando se practica una fe religiosa, sectaria, fanática eres esclavizada por el vicio, por enfermedades, por la miseria, por traumas… Entonces, ¿Qué es lo que te tiene preso: un sentimiento del pasado, una decepción, una trauma, un complejo, una desánimo, una indefinición? Tienes que detectar lo que es y no estoy hablando de problemas, ¡ya que Dios quiere que andes de cabeza erguida, recta!

Obispo Julio Freitas

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