En mi primer mes de casada invertí todo mi lado “culinario” en mi matrimonio: libros de recetas, cenas especiales y mucha creatividad a la hora de arreglar la mesa.
Solo que no contaba con la “vajilla” en la pileta para lavar…
Me acuerdo que en una de esas cenas mi esposo llegó hasta la puerta de la cocina y escogió de entre toda la vajilla que estaba sucia una cucharilla, y me señaló que quedaría mejor si hubiera estado limpia…¡¡¡qué vergüenza!!!
Me dijo que la cocina estaría mejor si todo lo que había usado hubiera sido lavado inmediatamente después de usarlo.
En aquel momento yo me molesté, pero aproveché para aprender ese consejo y evitar que él se quedara esperándome a que yo lavara todos los platos después de cenar.
Hoy en mi casa el lema es: ¡ensució, lavó!
No acumulo nada, ni platos, ni ropa… Eso hace también una enorme diferencia cuando usted tiene visitas, pues le proporciona un poco más de tiempo para quedarse con ellos y transmite higiene, ¿sabía?
Yo comparto esta experiencia, pues estoy segura de que son esos los detalles que marcan toda la diferencia en su casa.
Y usted, ¿ya aprendió algo que la ayudó mucho dentro de su casa?
Cuéntenos sus aprendizajes a lo largo de los años.
Seguramente hay mucha gente que está viviendo lo que usted vivió.
Yo aprendí que no vale la pena dejar lo que tengo que hacer para después… como dije, repito: ¡ensució, lavó!… su familia y sus huéspedes se lo van a agradecer.
Fuente: http://www.cristianecardoso.com