Muchas veces somos “presionados”- sea por persecuciones, sea por luchas o dificultades. Pienso que eso sucede frecuentemente, la mayor parte del tiempo. Y son muchas las personas que se quejan y no entienden por qué Dios permite que seamos “presionados”.
Si usted va a Israel, verá algunos lugares interesantes que muestran cómo era extraído el aceite del olivo.
Existía una gran prensa en la que había piedras redondas y grandes. En el centro de ellas, un gran tronco unido a un eje para hacer que la piedra rodara sobre las aceitunas haciendo presión.
Había cuatro piedras que ejercían cuatro tipos de presión. De cada tipo de presión se extraía un aceite para un determinado uso.
Primera presión – Con la presión de la primera piedra se extraía el aceite de la unción, que era usado en el Templo.
En la unción, Dios capacita y da sabiduría.
“Y reposará sobre él el Espíritu del SEÑOR; Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo y de poder, Espíritu de conocimiento y de temor del SEÑOR.” Isaías 11:2
“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que Yo os he dicho.” Juan 14:26
Segunda presión – Inmediatamente después de la primera presión, era puesta la segunda piedra, con su peso se extraía el aceite usado en la alimentación.
Cuando buscamos alimentarnos de la Palabra de Dios, que posee el Espíritu, entonces nuestras fuerzas son renovadas para seguir adelante, incluso en momentos difíciles – aunque la Palabra no nos agrade. Pues no es lo que queremos oír, sino lo que necesitamos. Y oír la verdad muchas veces duele, pero es para nuestro bien.
“Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días. Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la Palabra del SEÑOR…” 1 Reyes 17:15-16
Tercera presión – Con la presión de la tercera piedra se extraía el aceite que era usado en las lámparas de los candelabros del Templo, para que la Lámpara de Dios no se apagase.
La Biblia dice que somos santuario, templo de Dios. Y no se podía, de ninguna manera, permitir que la lámpara del Templo se apagase. Había turnos periódicos para que nunca faltara el aceite en el candelabro.
“Samuel estaba durmiendo en el templo del SEÑOR, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios se apagase, el SEÑOR llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí.” 1 Samuel 3:3-4
También vemos eso en la parábola de las diez vírgenes:
“Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite;
mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.” Mateo 25:3-4
Nunca debemos dejar que la Lámpara de Dios se apague en nosotros con el pecado o el conformismo espiritual.
Cuarta presión – La cuarta piedra es la presión más fuerte. Pesa cuatro veces más y hace que el olivo produzca un aceite muy pastoso junto con los restos de las aceitunas. Ese aceite era usado por el pueblo de Israel para hacer jabón. ¿Y para qué sirve el jabón? Cuando usted lava sus manos o se da un buen baño usando jabón, ¿cómo se siente? ¡Limpio! Sin impurezas, ¿no es verdad?
Así también Dios quiere que nos mantengamos: limpios y purificados.
“…nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por Su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo…” Tito 3:5
Por eso, no se deje abatir cuando vengan las presiones de las persecuciones, luchas y dificultades. Es Dios extrayendo lo mejor de usted para ungirlo, fortalecerlo, mantener su llama encendida y que quede purificado para Él.
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” Santiago 1:2-4