De todas las relaciones que existen y dentro de los vínculos afectivos, la realidad es que uno de los más importantes es el que se establece entre una madre y una hija. Dicha relación evoluciona de forma gradual a lo largo de los años.
Es decir, en la infancia, una madre sólo puede ser mamá de su niña. Sin embargo, en la madurez, también pueden tener un vínculo de amistad, compartir conversaciones profundas sobre la vida, hacer planes en común, como por ejemplo, ir al cine. Una madre es un referente a cualquier edad, un ser especial a quien se quiere de verdad. Y también, una persona hacia la que debes tener un gran agradecimiento puesto que las madres lo dan todo, perdonan una y mil veces, protegen y cuidan porque desde el momento del parto se dan cuenta de que un hijo es un motor de fuerza. Un motor que está incluso por encima de uno mismo.
Sin embargo, también existen personas que por diferencias de carácter, aseguran que tienen conflictos con su madre. Aquí tienes algunas claves para solucionar dichas tensiones:
1) Intenta entender que entre tu madre y tú existe una diferencia generacional. Es decir, es normal que haya cosas que tú no comprendes de su modo de vivir y a la inversa.
2) Busca planes que te hagan disfrutar e invita a tu madre a algunos de esos planes. Una madre y una hija pueden compartir actividades interesantes como ir al teatro, dar un paseo, quedar a tomar un café, disfrutar de una película en el cine, hacer una visita a un familiar cercano, ir de tiendas para comprar ropa… Tener planes en común te ayudará a sentirte más cerca de ella.
3) Pon en práctica el respeto y la educación. Ten detalles con tu madre, llámale por teléfono para interesarte por ella y saber que está bien, escúchale, hazle un regalo especial en su cumpleaños y en momentos inesperados.
Disfruta del presente porque el tiempo pasa sin que te des cuenta.
Fuente: http://www.menudospeques.net