Al caer la tarde el sol anunciaba el fin de un día y allí, entre los árboles, estaba Ándala, un gorrión que no se cansaba de observar a Yang, un gran águila. Su vuelo preciso, perfecto, llenaba sus ojos de admiración.
El gorrión quería volar como el águila, pero no sabía cómo hacerlo. Quería ser fuerte como el águila, pero no conseguía ser así. No se cansaba de seguirla entre los árboles solo para observar la belleza con la que volaba…
Un día estaba volando entre el césped observando el vuelo de Yang y de repente el águila desapareció de su vista.
Voló más rápido para volver a encontrarla, pero había desaparecido. Fue cuando se llevó un enorme susto: se encontró de forma repentina con la gran águila en su frente. Intentó contener su vuelo, pero fue imposible, acabó golpeando de frente con el bello pájaro. Cayó sin sentido en el suelo y cuando regresó en sí, pudo ver a aquella águila inmensa a su lado observándolo. Sintió un escalofrío en su pecho, y se puso en posición de lucha.
El águila en su tranquilidad apenas lo miraba calmada y tranquila, y con una expresión seria, le preguntó:
-¿Porqué me vigilas, Ándala?
-Quiero ser como tú, Yang.
-Pero mi vuelo es bajo, pues mis alas son cortas y no consigo sobrepasar mis límites.
-¿Y cómo te sientes amigo sin poder disfrutar de todo aquello que está además de lo que puedes alcanzar con tus pequeñas alas?
-Siento tristeza. Una profunda tristeza. Las ganas son muy grandes de realizas este sueño… – El gorrión suspiró mirando para el suelo… y dijo:
-Todos los días despierto muy temprano para verte volar y cazar.
-Eres única. -Paso el día observándote.
¿Y no vuelas? ¿Quedas todo el tiempo observando? preguntó Yang.
-Sí. La gran verdad es que me gustaría volar como tú vuelas… Pero tus alturas son demasiadas para mí y creo no tener fuerzas para soportar los mismos vientos que, con gracia y experiencia, tú cortas armoniosamente…
-Ándala, bien sabes que la naturaleza de cada uno de nosotros es diferente, y esto no quiere decir que nunca podrás volar como un águila.
-Se firme en tu propósito y deja que el águila que vive en ti pueda dar rumbos diferentes a tus instintos.
-Si dejases solo un poquito que esta águila que está en ti pueda guiarte, esta te dará la posibilidad de venir a volar tan alto como yo.
-¡Cree! – Y así, el águila se preparó para levantar vuelo, pero se volvió nuevamente al pequeño pájaro que la oía atentamente:
-Ándala, solo una cosa: No podrás volar como un águila, si no te capacitas incansablemente todos los días.
El entrenamiento es lo que da conocimiento, fortalecimiento y comprensión para que puedas hacer realidad tus sueños. Si no pones en práctica tu voluntad, tu sueño siempre será apenas un sueño.
Esta realidad es apenas para aquellos que no tienen límites, conociendo lo que debe ser realmente conocido. Y para aquellos que creen ser libre, y cuando traces la libertad en tu corazón podrás adquirir las formas que desees, pues ya no estarás apegado a ninguna de ellas, ¡serás libre!
Un gorrión podrá, siempre, transformarse en un águila, si esta fuese su voluntad. Confíe en sí mismo, alce sus alas y vuele,
Todo es posible para aquellos que comprenden que son seres libres, basta apenas creer, basta apenas confiar en el potencial que hay dentro de uno mismo.