He conocido mujeres que tienen una influencia que las caracteriza, unas emprendedoras, otras que saben hablar, otras delicadas, esforzadas, valientes, conocidas, elegantes, trabajadoras, etc…
Muchas tienen algo que las caracteriza, son buenas en algo, pero a veces son malas en muchas cosas, es ahí donde esta el problema, la influencia de una persona puede ser tan fuerte que puede cambiar todo a su alrededor y lograr que todas quieran ser como ella. No es malo influenciar a las personas siempre y cuando sea de forma positiva, cuando somos buenas en algo, pero fallamos en muchas cosas logramos ser un ejemplo equivocado para las demás. Lo que quiero decir, es que somos generadoras de ideas, de metas, de sueños, de influencia, pero todo esto debe ser positivamente. Si ves a alguien que sigue tus pasos, recuerda que no eres perfecta y no desilusiones a la persona con tu comportamiento.
Podemos lograr influenciar en nuestra área de trabajo, en la Iglesia, en nuestros amigos(as), en nuestra familia, pero si nuestro comportamiento es malo, eso desbarata toda la influencia dada, podemos lograr entristecer a alguien o hasta lograr un fracaso en esta persona. No podemos lograr agradar a todas las personas, ni mucho menos ser mujeres perfectas, pero si podemos mejorar día a día, ver lo que debemos cambiar en nosotras y tratar de mejorarlo, recuerda que tu eres el espejo de Dios, si hay influencia en ti, aprovecha esta oportunidad para incentivar a las personas a ser mejores, a lograr todo lo que se proponen, a trabajar, a ser emprendedoras. Ten presente que tu alrededor cambiará cuando cambies tú, el cambio empieza dentro de ti, después de ti todos querrán cambiar.
«Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno». (Colosenses 4:5-6)