Era una joven depresiva y triste. Recuerdo que no podía dormir bien en las noches, veía sombras, sentía que alguien se sentaba en mi cama y esto me perturbaba mucho. Era rebelde y tenía muy mala relación con mi madre, no me importaba nada de lo que me decía y esto me trajo malas consecuencias.
En medio de todo esto una tía me hizo la invitación para asistir a la Iglesia Universal y fue allí donde recibí la ayuda que necesitaba.
Comencé a participar cada viernes y logré ser libre de todos los males que me atormentaban, duermo bien ya no percibo cosas extrañas, ya no sufro de depresión y la rebeldía salió de mí. Ahora vivo en mi casa tranquila con una buena relación con mi madre y esto me hace muy feliz gracias a Dios.
Karina Hernández