“Tenía una vida económica muy precaria, estaba desempleada y esto me hacía vivir de favores y deudas.
Muchas veces tuve que enfrentar el hambre porque no tenía nada. Esto me producía mucha angustia y depresión. No sabía qué hacer ni a dónde ir. Intentaba salir adelante pero nada de lo que deseaba emprender me salía bien. Las puertas estaban cerradas, aperturé un negocio de comida rápida, pero fue un fracaso y tuve que cerrarlo. Me sentía frustrada porque aquello que quería no se me daba.
En medio de la desesperación, conocí la Iglesia Universal donde comencé a participar en el progreso económico, recibí las herramientas necesarias para avanzar y emprender. Obtuve un empleo y eso hizo que me estabilizara, seguí luchando y perseverando porque yo quería más. Así fue como tuve la oportunidad de tener mi propio negocio de inmobiliaria en donde gracias a Dios me va muy bien, hoy soy empresaria, no paso necesidades, tengo mi casa propia y ya no dependo de favores, pues Dios me dio visión y me prosperó”.
Gloria Martínez