El hombre no fue hecho de la mujer; sino por las manos de Dios.
Parece simple saber esto, pero no lo es en la práctica. La mayoría de las veces, la mujer busca comprensión por parte del marido y espera que él le ayude en sus innumerables tareas y cuando no lo hace, después lo juzga como egoísta.
Él no fue hecho para auxiliarla.
Por más que él se esfuerce no la consigue ayudar espiritualmente, porque no entiende el motivo y el origen del problema que ella carga dentro de sí. Un ejemplo simple de esto es cuando tu cuerpo tiene algún problema, tu no sabes distinguir o entender el motivo de aquel problema.
Suponte que tienes un dolor en la rodilla, ¿la cabeza sabe entender el motivo del dolor?
Así es para el hombre, como cabeza, ayudar a su esposa, que es el cuerpo… ¡muy complicado! Difícilmente el hombre influencia a la mujer. Por otro lado, él es fácilmente influenciado y engañado, porque no sabe lidiar con el problema sentimental de ella. Ella lo elude con las palabras.
Ahora entiendes y ves la importancia de ser una mujer sabia para edificar tu casa. La Biblia dice que el sabio es aquel que practica la Palabra de Dios. ¿Pero cómo vas a practicarla? Para practicar algo, necesito tener una noción de mi necesidad y también estar alerta, para que así pueda ponerla en práctica.