Una de las lecciones más básicas e importantes que aprendí sobre la fe es que esta tiene sus propios ojos. La fe no depende de esos ojos que usted tiene ahí en su cara. Ella tiene los de ella, que incluso son mucho mejores.
Si su fe no ha funcionado, probablemente es porque usted ha intentado usarla con sus ojos naturales, esos de su cara.
Uno de los secretos de la fe es dejarla usar los ojos de ella. La fe no ve las cosas como ellas son, sino como pueden ser. Y además: las ve como si fueran realidad. Y cuando ve esa realidad, fija esa imagen en su mente de forma que todo su comportamiento se adecua a ella.
Quizás usted ha orado, ha creído en Dios, ha leído la Biblia y demás — pero sigue siendo infeliz, débil y sin perspectiva. Es probable que la razón esté en el par de ojos que ha usado — los de la cara y no los de la fe.
Pare de ver su vida como esta es. Solo mirar lo que está ahí no va a cambiar nada. Deje que su fe use sus propios ojos. Déjela que se enfoque en lo que Dios habló y que tome posesión de eso. Y sujete todo lo que usted hace a esa visión.
Un día esa visión se volverá realidad.
Fuente: renatocardoso.com