El poder de las palabras

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En la tentación del Jesús encontramos, tal vez la mas grande lección para nuestra victoria. El relato bíblico señala de que fue el propio Espíritu Santo quien llevó al  Señor Jesús al desierto, con la finalidad de ser tentado por el diablo. Una pregunta que surge inmediatamente es: ¿por qué motivo Dios quiso que su Hijo, fuese tentado por el diablo, antes de iniciar su ministerio terrenal?

Allá, en el desierto, lejos de todo y de todos, absolutamente solo, aparentemente abandonado, Jesús sabía que a pesar de que sus ojos no podían contemplar alguna ayuda exterior, aún así, dentro de Él, una voz no dejaba de decir: “¡Yo estoy contigo! No importa todo esta soledad; ten seguridad que yo estoy contigo».

Esta voz siempre se hace presente en los momentos de mayor angustia y aflicción, por las que nosotros pasamos por el desierto de este mundo.

Después de ayunar tantos días y tantas noches, era imposible que el Señor Jesús no tuviese hambre, porque su naturaleza humana estaba en el auge de la necesidad humana. Fue exactamente a causa de eso, aprovechándose de la necesidad física, que el diablo se acercó y lanzó la primera flecha venenosa diciendo: «Si tú eres el Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan».

Pero, el diablo sabía perfectamente que Jesús era el Hijo de Dios. A pesar de que estuviera en evidencia, la naturaleza humana de Jesús, comprobada por el hambre, aun así Su naturaleza divina era real, incluso si no tuviera el derecho a usarla, pues Él tenía que vivir exclusivamente dentro de los límites humanos.

Quiere decir, Él no podía usar sus atributos divinos para superar las barreras de las dificultades, como por ejemplo, transformar las piedras en pan para saciar Su hambre. ¡No! Si esto ocurriese, entonces no era Jesús, Hijo y Cordero de Dios, quien estaba entre nosotros, sino el propio Dios, por tanto, Su sacrificio sería invalido, porque no podría sufrir en la carne, en el alma y en el espíritu con la muerte en el calvario,  ya que Dios no muere. Su humanidad está presente. Él tendría que sentir en la propia carne el sufrimiento humano. El diablo sabía esto, pero, aun así lo tentó, lanzándole un desafío.

El diablo, sabiendo que Jesús estaba con hambre, trató de tentarlo. Sin embargo, no cayó en la tentación. Dejando a un lado sus emociones, Jesús declaró: «Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.» (Mateo 4:4)

Ante esta situación contraria, el Señor Jesús resistió, no con su poder, y mucho menos con su autoridad suprema, sino tan sólo con la palabra! Ahí esta el camino correcto para dar salida a cualquier problema que pueda afligirnos.

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Un comentario en «El poder de las palabras»

  1. Nuestras palabras tienen poder y el diablo lo sabe y por eso intenta cualquier artimaña para quitar de nosotros este poder, por eso vigilemos y usemos este poder que Dios nos dio contra cualquier trampa de Satanás.

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