Jesús censuró la pequeña fe de los discípulos en medio de la tempestad (Mateo 8:26). Otra vez, cuando les faltó fe para liberar a un niño, Él les dijo: “…si tuviereis fe como un grano de mostaza… Nada os será imposible”, (Mateo 17:20).
¿Cómo medir la fe? ¿Qué tamaño de fe es necesario para realizar mis sueños o conquistar las promesas Divinas?
El Señor relacionó el tamaño de la fe al grano de mostaza porque, entre los rabinos, el grano de mostaza era un ejemplo común para cualquier cosa muy pequeña. El grano de mostaza es del tamaño de la punta de un cabello. Sin embargo, cuando es árbol, alcanza los cinco metros de altura.
El acto de fe agrada a Dios. Al observar a la viuda depositar todo lo que le quedaba en el altar, Jesús consideró su ofrenda mayor que todas las demás juntas.
Cantidad no es sinónimo de calidad. Eso se aplica, en especial, a la fe. Los ricos depositaron las sobres de lo que tenían y eso significaba la sobra de la fe que tenían.
Pero la viuda, de su sustento, dio todo. O sea, accionó toda su fe en la provisión Divina; todo su sustento quedó a cargo del Altísimo.
Esa es la calidad de fe que atrae la atención Divina y apunta a su tamaño.
La medida de fe de cada uno está directamente relacionada a la dedicación de su vida a Dios, porque la fe es actitud de dependencia total de Dios. Cuanto mayor la dependencia, mayor es la fe. Cuanto menor la dependencia, menor la fe. La incredulidad significa independencia de Dios. Cuanto mayor es la independencia Divina, mayor la incredulidad.