Cuando los progenitores reciben la noticia de que se agotaron los recursos de la ciencia médica para curar a su hijo, y de que no hay nadie compatible para una transfusión o trasplante, sin pensarlo dos veces, se ponen a la disposición, sin titubear, para salvarlo de la muerte. Por ser alguien muy importante para ellos, prefieren quitarse una parte de su cuerpo, soportar el dolor, vivir sin un órgano, con tal de ver a su hijo salvo.
De la misma forma lo asimila Dios, por eso fue capaz de desprenderse de Su único hijo, quien soportó dolores que ningún ser humano tiene capacidad de resistir. Él envió a Su hijo Jesús para que, por medio de su crucifixión, la humanidad lograra la salvación. Con eso, dejó claro que la salvación es algo muy importante para Él y para el ser humano.
Alcanzar la salvación es algo accesible a todos, sin embargo, no todos la alcanzan. El motivo es el siguiente: Dios , al renunciar a Su propio hijo, nos mostró que era capaz de abrir las puertas de Su reino a toda la humanidad sin hacer distinción de personas, discriminación o marginación. La idea del Señor era que las personas siguieran ese ejemplo, que fuesen capaces de renunciar a su propia voluntad, costumbres, religiosidad, pensamientos que ponen en riesgo la salvación, para que, así, pudieran entrar en Su reino después de que se cumpliera su período de vida física sobre la tierra.
Como podemos apreciar, la mayoría de los seres humanos está en busca de resolver los problemas terrenales, descuidando de una manera fatal lo más importante, la Salvación. Si usted desea entrar en el reino de Dios, deberá ser una persona de actitudes, de coraje, de fe inteligente, con convicción, fiel, perseverante, humilde, entre otros, para Dios y con Sus mandamientos. Estas cualidades se aprenden en los cultos que se llevan a cabo los días miércoles y domingos, donde las personas tienen la oportunidad de oír la Palabra de Dios, meditarla y posteriormente practicarla.
Dios enseña Su voluntad y da la fuerza para que la persona la ejecute. Usted debe estar indignado con las situaciones que hoy le esclavizan y adoptar las características que muestran su decisión de ser de Dios. De esa manera usted representará a Dios a través de una vida con calidad en todos los aspectos y el día de su partida, su alma ocupará una de las moradas celestiales.
“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros”. (S.Juan 14:2)
Pr. Luís Vergara