Mi vida era un caos, estaba atormentando espiritualmente al punto de querer terminar con mi propia vida. No lograba dormir, escuchaba voces, en mi casa se practicaba el espiritismo y yo absorbía todas las energías negativas que existían en el hogar. Me induje en el alcohol pensando que de esta forma no me sentiría más atormentado, pero todo empeoró.
Recuerdo que ya no podía estar solo porque veía sombras, sentía que me llamaban por mi nombre y no era nadie.
Mi mamá comenzó a asistir a la Universal y decidí ir con ella, recibí la oración de liberación y era como si un peso saliera de mi espalda. Continué perseverando y poco a poco logré ser libre de todos los males. Hoy duermo bien, no veo sombras, ni escuchó voces, abandoné los vicios y tengo una nueva vida gracias a Dios.
Sr. Luis Hernández