Todas las promesas de Dios están en el campo de las posibilidades de Dios, es decir: lo que Dios prometió es perfectamente factible y es la más pura y absoluta verdad.
Sara tenía la palabra de la promesa de Dios para cambiar su destino, pero no creía que Dios podía cumplir su palabra, porque miró para los factores que le impedían de ser madre, como su infertilidad y la edad avanzada de Abraham y de ella. Ella no aceptó que el Todopoderoso podría generar una gran nación fruto de ella. Sara siendo esposa de Abraham, el padre de la fe, era incrédula.
Ella era la esposa de Abraham y lo seguía, pero aún no había tenido la misma experiencia que él había tenido con Dios, y esa fue la razón que impidió a Dios darle el hijo que ambos deseaban.
Sara cometió el error de entregar su sierva Agar a Abraham para que Dios pudiera cumplir su promesa. Una vez más Sara dudó y mostró su incredulidad en las promesas.
No vio que además de ser una mujer estéril físicamente, también era estéril ESPIRITUALMENTE.
La incredulidad puede ser definida como el simple hecho de creer en la mentira y no creer en la verdad. Las personas que están dentro o fuera de la iglesia pueden ser consideradas estériles espiritualmente, por el simple hecho de que si no creen que pueden y que van a alcanzar sus objetivos ¿cómo van a producirlos?
Y esto, amiga, es lo que ha sucedido con muchas mujeres y quizás está pasando con usted, escuchan tanto hablar de lo que Dios hizo en el pasado, aplauden los testimonios de otros, pero ¿y usted?, ¿quién aplaude su testimonio? ¿Será que usted está impidiendo la actuación de Dios en su vida?.
Cuando somos incrédulos a lo que Dios puede hacer en nuestras vidas, impedimos que Él actúe para bendecirnos. Y si Dios no actúa en el momento que deseamos, llegamos a ser como Sara, estériles, ciegas, oyendo sólo hablar de Dios, pero no teniendo una experiencia personal con Él.
Tenga esta sensibilidad espiritual y analice dónde está siendo incrédula y, en consecuencia, infructífera en su vida con Dios.