Durante tres años estuve sumergido en el vicio de las drogas especificamente, marihuana y crispy. Esto me hizo perder la confianza de mi familia y la visión de mi vida. Recuerdo que pasaba hasta cuatro días fuera de mi casa, compartiendo con malas compañías y haciendo cosas indebidas. Robaba para conseguir el dinero y poder consumir. Esto me hizo perder oportunidades de empleo, mi vida ya no tenía sentido, no sabía qué hacer ni a dónde ir, porque cada día me sentía más en el fondo del pozo. Sentía que ya no podría dejar de consumir y que moriría usando estos vicios.
Al participar en la Iglesia Universal y asistir a la reunión de la Cura de los Vicios, mi vida dio un giro, pues poco a poco las cosas comenzaron a cambiar. Ya no sentía la necesidad de estar fuera de mi casa con malas compañías y realizando el tratamiento aborrecí las drogas hasta ser completamente limpio de ellas.
Hoy soy un joven que lleva una vida normal, trabajo, estudio y tengo muchos poryectos. La relación y confianza con mi familia está estable y gracias a Dios hay paz dentro de mi corazón.
Frisman González