Mi vida estaba destruida en todos los aspectos, pero me afectaba más la salud, pues padecía con un fuerte sangrado. A pesar de recibir tratamiento médico, no lograba la cura, ésto me produjo baja hemoglobina y con esto otras complicaciones. Tuve que ser hospitalizada para recibir tratamientos más fuertes, pues la hemoglobina me bajo a tres y estuvo a punto de darme un paro cardíaco. Cuando salí de alta, recibí una invitación para asistir a la Iglesia Universal y recibir una oración por mi salud que es realizada los martes, no dude y asistí, pues ya había hecho de todo para lograr la cura.
Participando en la oración mi cuerpo comenzó a fortalecerse y ya no me sentía tan débil, noté que el sangrado que tenía fue disminuyendo y las dolencias fueron desapareciendo.
Perseverando y asistiendo con fe a las oraciones logré ser completamente curada. Hoy gracias a Dios ya no padezco de ningún mal, la hemoglobina se restauró, no necesito tratamiento pues Dios me sanó completamente.
Trina Monzon