Vivía totalmente en la miseria, era una mujer llena de enfermedades y de vicios, recuerdo que el dinero que percibía lo gastaba en medicamentos y en los vicios. Por este motivo me endeudaba, porque a veces no tenía ni para comer y debía pedir prestado. Estaba realmente en el fondo del pozo. La situación llegó al extremo cuando no tenía nada para darle a mi hija.
Intentaba buscar salida en muchos otros lados pero no lograba solventar mi situación. Cuando recibí la invitación para asistir a la Iglesia Universal, fui con toda mi fe pues ya no tenía esperanza. Comencé a colocar en práctica lo que iba aprendiendo en cada reunión del Progreso Económico, clamé a Dios por una vida nueva y así fue. Poco a poco logré conquistar mi casa propia tal como la quería, tengo mi propio auto, mi matrimonio está restaurado y gracias a Dios ya no paso necesidades.
Lucila Bastidas