La 36° razón

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Hace un año escribí las 35 razones por las que amo a la Universal. Si usted todavía no lo leyó, léalo aquí. Hoy quiero agregar una razón más. Estamos cumpliendo 36 años de existencia y quiero decirle por qué yo soy la Universal.

Ella está abierta a todos, pero no es para todos.

A nadie jamás se le impedirá entrar por las puertas de la Universal. Mientras que no venga a perturbar la paz de los que están allí, o a faltarle el respeto a las personas y al trabajo, será bienvenido. Negro. Blanco. Extranjero. Mendigo. Rico. Adicto. Religioso. Ateo. Homosexual. Curioso. Divorciado. Crítico. Sincero. Médico. Enfermo. Persona.

Igual tratamiento. Asiento garantizado, si llega temprano. Ella está abierta a todos, pero no es para todos.

La Universal no es para todos. Ni el cielo lo es. Quien va solo unas veces a la Universal, comienza en seguida a darse cuenta de que ella mueve su estructura. Quien llega esperando una reunión agradable, diseñada para hacer que las personas se sientan cómodas con sus vidas así como están, inmediatamente se incomoda.

Ella es como ir al dentista. La mayoría de las personas solo va al dentista cuando el dolor se hace insoportable, pero espera que el dentista haga solo lo necesario para detener el dolor.

El buen dentista, sin embargo, enseguida revisa todos los dientes, saca radiografías, y señala todo lo que está mal en esa boca. Y recomienda el tratamiento no solo para curar ese dolor, sino para evitar todos los dolores futuros. Sin embargo, la mayoría de las personas insiste: “Solo haga que este dolor se detenga, doctor.” Sabiendo que no lo va a resolver, él atiende. Después de eso, la persona probablemente no volverá más a aquel dentista. “Yo solo fui a causa de un dolorcito y él ya quería arrancarme las cuatro muelas de juicio, hacerme un conducto, ponerme aparatos y ¿todavía dice que tengo caries en seis dientes? ¡No vuelvo más! Dentista ladrón.”

Muchos son curados de sus dolores en la Universal y después no vuelven más. (Por lo menos hasta que aparezca otro dolor) Se van a otros lugares en donde oyen cosas más agradables. Se juntan con otros que les palmean las espaldas y no los desafían a ser mejores. Y algunos todavía escupen en el plato en el que comieron.

La Universal no es para todos.

Solo permanecen en ella los que quieren un cambio total. Los que prefieren el cachetazo de la verdad al beso de la mentira. Los que no están preocupados por lo que piensan los demás, sino por lo que Dios piensa. Los que quieren formar parte de la tropa de elite de Dios.

No, la Universal no es para todos. Pero permanece con las puertas abiertas a todos, incluso a los que un día le dieron la espalda a ella.

Y por esa razón más, yo soy la Universal.

Obispo Renato Cardoso

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