La brujería sólo trajo problemas a mi vida…

test_karinaDesde los 12 años me involucré en la brujería y comencé a padecer con dos enfermedades que eran extrañas a mi edad: dolores de cabeza constantes y nerviosismo. La única cosa que me aliviaba era provocarme el vomito. Era una joven muy tranquila, aparentemente, pero cuando me molestaba, mostraba el carácter explosivo que tenía.

Era muy malcriada con mi mamá y discutía mucho con mi hermano, nos agredíamos físicamente, sin importarme que él fuese mayor que yo. Vivía una adolescencia desenfrenada y con un carácter violento.

Mi mamá buscando la paz, asistía a las misas y al mismo tiempo a la brujería.

Cuando tenía 15 años, mi mamá me llevó a un brujo y él le dijo que necesitaba hacerme un trabajo de brujería, porque yo tenía un problema. Me llevó a un cuarto donde me mandó a quitar toda la ropa. Yo estaba como en hipnosis y  le obedecía en todo lo que me decía, él me tocaba y hacia lo que quería en mí, pero de repente, reaccioné y observé que él se estaba quitando los pantalones. No  dejé que me hiciera nada y salí de allí con mucho miedo y muy nerviosa.

Recuerdo que de este ritual al cual fui sometida, llegué a sentirme sin valor y comencé a tener una vida promiscua. Pensaba que todo esto era normal.

En una oportunidad llegué a quedar embarazada, con tan sólo 18 años de edad, tuve mucho miedo y decidí realizarme un aborto. A raíz de la vida promiscua que tenía, comencé a padecer con fuertes infecciones vaginales. Visité al ginecólogo y cuando me realizaron los exámenes, descubrieron que yo tenía una enfermedad venérea llamada VPH. Para mi fue horrible recibir esta noticia, pues podía transformarse en cáncer. Los médicos me dijeron que esta enfermedad no tenía cura, pero de igual manera me indicaron un tratamiento.

Mi mamá comenzó a asistir a la Universal y me invitaba. Al principio, yo participaba para agradar a mi madre. Mi situación cada día empeoraba, pues estaba en la Iglesia sólo de manera física no aceptaba la ayuda de Dios. Tenía una pareja que me golpeaba, las peleas eran tan fuertes que había momentos en que la policía tenía que involucrarse. Esta situación hizo que yo recapacitara y le pidiera a Dios la ayuda para terminar con esa relación. Me alejé de él, ya que me tenía amenazada de muerte. Por está razón muchas veces tenía que vivir escondida. Fue de este modo en la presencia de Dios, perseverando en las reuniones Dios obró en mi vida. Hoy soy una joven feliz, completamente sanada, gracias a Dios”.

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