Sabemos que la palabra sacerdote quiere decir que tiene poder y autoridad para bendecir a los demás. Ese ejemplo lo podemos ver en Melquisedec cuando vino a visitar a Abram, llegó con ese objetivo de bendecirlo y darle una vida completa.
Observemos lo que está escrito en Génesis 14:17 en adelante: “Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey.
Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo”.
Melquisedec era el sacerdote del Dios Altísimo. En la Iglesia Universal se recibe cualquier tipo de persona, no existe discriminación ni excepción de personas, pues supones que todas ellas llegan con el objetivo de conocer a Dios y buscarle. Sabemos que la mayoría de los que llegan están desesperados, con problemas y males en su vida. Esto no sucede con algunos sino con la gran mayoría.
El mayor objetivo de Dios hoy es hacer de cada uno de nosotros un sacerdote de Él, que tenga autoridad para bendecir. Imagínese llegando en su casa y poder bendecir a su familia, en su trabajo etc. y Dios confirmando está bendición. De allí la importancia de que la persona no sólo debe venir a la Iglesia sino que quiera bendecir a los otros.
Esto es posible, cuando usted le dice a Dios que desea tener una vida con él y reconoce sus fallas y errores. A partir del momento en el que se es humilde y reconoce que necesita de ayuda y se acerca a Dios, de esta manera, usted logrará convertirse en un sacerdote de él.
Si esto es hecho de corazón y sinceridad es imposible que no sea separado para Dios y que sea sellado con el Espíritu Santo como propiedad única y exclusiva del Señor Jesús.
De esta forma seremos como Melquisedec, siendo un sacerdote de Dios. Cuando se tiene el Espíritu Santo, se tiene la autoridad de bendecir a las personas y llevar a Jesús.
Recuerde que no fuimos nosotros que elegimos a Dios sino Dios que nos eligió a nosotros, por esa razón, él desea hacerle un sacerdote para que lleve Su palabra. Para que esto suceda, usted debe acercarse a Dios, reconocer sus errores y pedir su Espíritu.
Así que abrace esa misión y manténgase cerca de Dios.
Pr. Marcos.