Dios nos creó a su imagen y semejanza, y también nos dio el libre albedrío para que tomemos nuestras propias decisiones. Tenemos el derecho de elegir si queremos seguir al Dios de nuestros padres o no.
Esto fue lo que hizo Abraham con su sobrino Lot.
Y Abraham le dijo al sobrino: “¿no está toda la tierra delante de ti?” (Génesis 13:9)
La condición espiritual de alguien es medida por sus ojos. Si usa los ojos físicos, estos siempre son codiciosos, como en el caso de Lot. Como consecuencia, su elección será equivocada. Si la persona ve con los ojos espirituales, e ignora los ojos físicos, entonces su elección será correcta.
Los ojos espirituales son los ojos de la fe y del entendimiento, mientras que los ojos físicos son los del sentimiento y la emoción. Las decisiones tomadas por los ojos de la fe dan buenos resultados, sin embargo todo sale mal cuando las decisiones son tomadas por los ojos de la emoción.
Abraham siempre caminó con los ojos de la fe, y por eso, le dio a Lot el privilegio de escoger su mejor camino, mientras él, Abraham, continuó caminando con los ojos de la fe.
Usted tiene el poder de tomar sus propias decisiones. Es usted quien decide si su decisión es caminar con los ojos espirituales o con los ojos físicos.