No son pocos los que han confesado una fe cristiana y han vivido una vida fracasada.
Alguien ya dijo que si el buey supiese la fuerza que tiene jamás se dejaría dominar. Desgraciadamente, lo mismo también ha sucedido con la mayoría de los cristianos. No conocen el tamaño de su fuerza cuando están en la presencia de Dios, caso contrario, el diablo jamás tendría lugar en este planeta.
Infelizmente hemos visto en todo el mundo a la Iglesia del Señor Jesús siendo esclavizada como un buey, sin darse cuenta de su verdadera condición. Es verdad que no le faltan doctrinas, literatura o conocimientos teológicos, sin embargo todo eso no ha significado gran cosa, pues, en la práctica, muchos de sus miembros son oprimidos por espíritus engañadores que se presentan con apariencia religiosa.
En todo el mundo, la Iglesia, con raras excepciones vive una posición de conquistada, mendigando junto a los gobiernos y autoridades una oportunidad para hablar de Dios, soportando indiferencia o persecuciones. Ha sido, de un modo general, derrotada, delante de los desafíos cotidianos. Muchas veces llego a pensar que hasta el diablo ante la enorme pasividad de la mayoría de los cristianos puede tomarse unas largas y provechosas vacaciones.
No son pocos los que han confesado la fe cristiana y vivido una vida fracasada e infeliz, de tal manera, que hasta parecen tener conexión con el infierno. Eso ha sucedido porque muchos líderes cristianos a ejemplo de Balaam, se dejan contaminar con espíritus engañadores como, por ejemplo, el espíritu de ecumenismo y, en nombre de una supuesta paz, entregan la herencia del Señor, que es Su pueblo al Balac romano.
La verdad es que el espíritu del anticristo ha oscurecido la visión de algunos líderes cristianos, al punto de llevarlos a intentar prohibirle a Dios hacer a Su modo en el mundo. Así, cuando el Señor haga surgir un movimiento vivo, de fe, entonces los profetas viejos, que siempre viven en desarmonía, de repente, se unen ·ecuménicamente” para lanzar piedras, de forma escandalosa, malévola e indecente.
Yo no me quedaría asombrado si un ángel me déjese que hay más demonios dentro de ciertas iglesias de que fuera de ellas. Ciertos movimientos considerados espirituales o renovadores atribuidos a la acción del Espíritu Santo, como por ejemplo, la doctrina de “cae por el poder de Dios”, u otro moda que ha aparecido en las iglesias, parecen confirmar mi desconfianza.
Aquellos que se revuelcan en el suelo, creyendo que eso es el arrebatamiento del Espíritu Santo, están tan ciegos como aquella multitud con espadas y antorchas, comandada por sacerdotes y ancianos, que venían para prender a Jesús y cayeron por tierra delante de Él ( Juan 18:6). La caída de aquellas personas delante de Dios no se dieron en razón del descenso del Espíritu Santo sobre ellas, sino debido a la manifestación de espíritus inmundos que en ellas estaban.
Si estuviesen llenas del Espíritu Santo, jamás habrían prendido al Señor Jesús o ejercido cualquier acción contra Su obra. Aquellos que realmente tienen el Espíritu Santo no se levantan contra el Reino de Dios, pues ese mismo Espíritu concede el discernimiento necesario para que la persona pueda, por los ojos de la fe, identificar la verdad.
No podemos olvidarnos que, infelizmente, los que lo acusaron, prendieron y mataron a Jesús fueron, esencialmente, los religiosos de su tiempo; los profetas viejos: ancianos y sacerdotes de las religiones tradicionales, con sus estructuras religiosa fallidas y falsa espiritualidad, acomodada en sus dogmas y ritos. No podían soportar el desenmascaramiento de sus creencias y, por eso, vivían de la hipocresía y de la mentira.
Ha sido este el pan de cada día de los profetas viejos hasta hoy. Felizmente, el Señor Jesús esta alertando a Su pueblo y sacando a Su iglesia de este estado de carencia espiritual al que llegó.