Un buen líder es aquel que tiene iniciativa, es persistente y comprometido, sabe escuchar para aprender, trabaja en equipo (ya sea en sus labores o con su familia), complementa y brinda confianza a su pareja. Planea, calcula, toma riesgos y establece metas. Es capaz de ser un referente para otros y para su familia; inspira a sus hijos, compañeros, amigos, los cuales tienden a tenerle además de cariño, respeto.
Además de ser líder, un hombre que es de Dios tiene un valor inquebrantable, muestra autodominio en las situaciones difíciles y jamás actúa por impulso, muestra reconocimiento cuando es necesario, es una persona de decisión ante cualquier circunstancia, tiene un espíritu tranquilo con una personalidad agradable, sabe pedir perdón y perdona siendo comprensivo y amoroso pero, sobre todo, justo.
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