Día de exámenes para lograr una plaza en la Academia de Perfeccionamiento, para perfeccionar aún más sus estudios.
Estábamos en la puerta de la sala de exámenes, mi hija resfriada y un poco tensa por como saldría. Y para completar, era la única extranjera.
Sus preguntas eran directas, y entre ellas lanzó una – “Mamá, y ¿si yo no apruebo?” No tenía dudas de su ingenio, y era consciente también de sus dificultades, y entre muchas cosas que la dije hice hincapié en que todo sucedería con el permiso de Dios, que confiase, pues era la única niña extranjera que tenía el coraje de inscribirse en esa disputa. Y seguí llenándola de elogios, porque vi que ella los necesitaba: “Tú tienes ingenio, eres creativa, y muy esforzada”.
Llega la hora y ella entra…Yo me quedé afuera, pero en el fondo en el fondo, queriendo estar allá dentro con ella. Pero yo estaba segura de aquello que había plantado dentro de ella y estaba segura.
Ella sale y me cuenta como fue todo, como fue la 1ª evaluación y juntas regresamos a casa.
Haciendo el almuerzo, fui sorprendida con un exquisito abrazo y una frase pequeña y muy significativa…
“- Eres una madre que me da coraje.”
Yo respondí:
“- Dios fue quién te dio coraje, yo solamente te incentivé!”
Incentivar a nuestros hijos es hacer con que ellos enfrenten sus miedos y sus dudas.Es mostrar el lado positivo de todas las cosas, incluso cuando estas son difíciles y complicadas.
Si un día necesité del coraje y del apoyo de mi madre en medio mis inquietudes, ahora era mi hija quien necesitaba el incentivo y el coraje para ir adelante.
Es lo mismo que Dios hace conmigo todos los días… “Solamente sea fuerte, y muy valiente.”
Colaboró Flávia de Sousa – Rumanía
Fuente: http://www.cristianecardoso.com/es