ANTIGUAMENTE: LA NOVIA QUE ESPERA AL NOVIO ES CONSAGRADA
Mientras el novio preparaba la habitación para la luna de miel, la novia era considerada consagrada, separada o “comprada por un precio”. Si ella salía debía usar un velo para que todos supiesen que estaba comprometida. Durante ese tiempo, se preparaba para el matrimonio. Era de esperarse que la novia hubiese guardado dinero durante toda la vida para ese momento. Compraba cosméticos caros y aprendía a usarlos para quedar más bonita para el novio. Ella no sabía cuándo vendría su novio a buscarla, entonces, debía estar siempre lista. Era costumbre que los novios vinieran a buscar a sus novias durante la noche, para “robarlas”, la novia tenía que tener su lámpara y sus pertenencias siempre listas. Sus hermanas o damas de honor también permanecían esperando, manteniendo sus lámparas preparadas con anticipación a las fiestas tarde de la noche.
JESÚS CUMPLIÓ: LA NOVIA QUE ESPERA AL NOVIO ES CONSAGRADA
Nosotros, el pueblo de Dios, somos consagrados o separados, aguardando la llegada de nuestro Novio. Deberíamos estar gastando este tiempo preparándonos para la llegada de Jesús. Jesús usó la parábola de las diez vírgenes a la espera del novio para ilustrar la necesidad de que estemos atentos a Su llegada.
“Entonces el Reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo (…) Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.” Mateo 25:1-13
Obispo Macedo
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