“Me inicié en los vicios a los 11 años, comencé jugando porque me dieron a probar licor y esto hizo que se despertará dentro de mí una ansiedad muy grande que no supe controlar.
Cada día ingería más alcohol, luego cigarillo y todo esto destruyó mi vida. Como era muy pequeño y no trabaja, le robaba dinero a mi mamá y las cosas a mi hermana para poder comprar vicio.
Me fui llenando de mucho odio y me torné un joven muy rebelde, recuerdo que una vez golpeé a mi hermana delante de mis amigos, sin ningún motivo, lo único que quería era desahogar la rabia que sentía. Fui empeorando y comencé a robarle a los vecinos, mi familia no me quería ver, pues ya estaba siendo un mal ejemplo. Mi mente se llenó de malos pensamientos y me quería quitar la vida, ya para mí nada tenía sentido.
Mi mamá estaba desesperada e intentaba buscar ayuda en la brujería pero nada resultó. En medio de tanto sufrimiento un día fuera de mi casa pensando y buscando la forma de terminar con mi vida, pasó un pastor de la Universal, me llamó la atención al ver una persona diferente en el barrio y así que le pregunté que hacía por allí, él se acercó me dio un periódico de la Universal y me hizo la invitación para que buscara la ayuda de Dios.
Acepté y decidí darme una oportunidad, fui a la reunión y me sentí distinto. Comencé a perseverar en el Tratamiento de la Cura de los Vicios y logré ser libre de todos los males.
Salió de mí ese deseo de querer ingerir licor y fumar cigarrillo, pude constatar que los vicios sí tienen cura y que si es posible creyendo en Dios ser libre completamente de ellos. Anteriormente pensaba que nunca podría salir de ese mundo y que la muerte era la única salida para mi vida, pues los vicios me dominaban pero con Dios aprendí a dominarlos y a dejarlos en mi pasado.
Hoy soy un joven con nuevas expectativas, libre, con paz y con mucha alegría, gracias a Dios».
Larry González
