Vivía atormentando por los problemas espirituales, sufría de insomnio y depresión. Me involucré en el vicio de las drogas y el alcohol y esto me llevó a tener más problemas. Caí en el fondo del pozo, perdí mi familia y la estabilidad. No encontraba salida y mucho menos paz.
Un día pasé cerca de la Iglesia Universal y me realizaron la invitación, acepté y entré. Recuerdo que cuando llegué estaban haciendo la oración y eso me produjo paz. Decidí seguir perseverando, siendo constante y colocando en práctica aquello que iba aprendiendo.
Poco a poco logré ser libre, comencé a dormir tranquilo, el peso que sentía salió de dentro de mí, ya no tengo más depresión y logré abandonar los vicios.
Hoy soy un hombre libre de rencor, tengo paz y una nueva vida gracias a la manifestación del poder de Dios en mi vida.
Jovino Quintero