“Mi vida era un caos, tenía problemas de salud, familiar, de vicios y por ende económicos. Vivía en la miseria en un rancho que no tenía ni baño. Durante mucho tiempo viví humillado y avergonzado.
Mi madre me hizo la invitación para asistir a la Universal y a mí me daba fastidio, pero un día yo decidí acompañarla, al llegar tuve la oportunidad de escuchar sobre la fe, sobre el sacrificio y entendí que era la forma en la cual Dios bendeciría mi vida.
Así fue como obedecí la voz de Dios, sacrifiqué y di el segundo toro en el altar. Dios transformó mi vida y la de mi esposa, me dio salud, paz, armonía en el hogar.
Hoy tengo mi propio negocio, mi apartamento, mi carro y gracias a Dios no nos falta nada, pues las puertas están abiertas para mí gracias a Dios”.
Jean Marín