Tenía mi propio negocio pero mi vida económica estaba estancada. Hacía las cosas por mi propia fuerza y era una mujer con una visión limitada, sin creatividad. Recuerdo que participaba en conferencias de crecimiento personal y aún así veía que no avanzaba. Quería tener un negocio próspero y esto no sucedía.
Un día pasé por la puerta de la Iglesia Universal y me llamó la atención el progreso económico, me quedé y comencé a participar. Poco a poco comencé a crecer y las puertas se fueron abriendo.
Mi mente fue abierta y ahora soy una mujer de iniciativa y tener otra visión. Espiritualmente también me siento realizada y llena de paz. Ahora gracias a Dios soy una mujer distinta, emprendedora y con un negocio bendecido.
Mariana Olivares