Estar todo el día en el sofá, dejar de buscar trabajo, depender financieramente de los padres en la adultez o contar siempre con la ayuda de los hijos. La falta de actitud o de ánimo para hacer algo por uno está relacionada a la manera en que fuimos criados.
Según la psicóloga Laís Novaes, es por eso que muchos tienen dificultades para tomar decisiones. “El exceso de protección por parte de la familia hace que el individuo retroceda y se acomode. La zona de confort es mucho mejor que enfrentar el miedo a la vida.”
Además de la protección exagerada de la familia, hay otros factores que también ayudan a que se produzca el comodismo. “La falta de amor propio y de confianza hacen que el individuo tenga miedo. Asimismo, pedir la opinión de los otros puede ayudar, sin embargo, corremos el riesgo de estar más confundidos”, evidencía Laís.
Ella resalta también que las actitudes de “dar el pez sin enseñar a pescar” es muy común en el contexto familiar. “No obstante, señalar fallas siempre ayuda, pues puede ser una codependencia.”
¿Cómo ayudar a un familiar acomodado?
La psicóloga destaca que no siempre las personas desean ser ayudadas y, por lo tanto, no es posible auxiliarlas de hecho. “Primeramente, es necesario que el individuo quiera ser ayudado. Él debe desear el cambio, de lo contrario, no hay forma de ayudarlo.”
Pero, si da señales de que desea ser protegido, eso debe ser tenido en cuenta y la atención debe ser total. “Cuando busca ayuda, sea profesional o cualquier otra, siempre digo que es el 80% del logro del éxito en su búsqueda”, finaliza Laís.