Marta estaba cansada, había invitados en la casa y allá estaba María, ¡sentadita sin ayudar en nada!
¡No se contuvo y le reclamó a Jesús!
“¡Señor, envíala para que me ayude!!” dijo Marta.
“Marta, Marta, tu hermana eligió la mejor parte ¡y eso no le será quitado!”
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Con su madre, María, Él dijo:
“Mujer, ¿qué tengo contigo?”
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Cierta vez el Señor Jesús estaba enseñándole a sus discípulos la importancia de que Él fuese rechazado, que padeciese mucho y que lo mataran, pero que al tercer día resucitaría…
Pedro, con la mayor inocencia, y creo que incluso quería agradarlo, dijo que no dejara que eso le sucediera. En el mismo momento el Señor Jesús lo reprendió…
“¡Quítate de delante de mí, Satanás!”
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Quiero que ahora se coloquen en el lugar de estas personas y piensen cómo se sentirían si estuviesen en sus lugares…
Ya puedo verlo…
“Buaaaa, Jesús me dijo Satanás… y peor, delante de todo el mundo!!!”
“Cuánta injusticia, Jesús dejó que María se quedara sentada mientras yo hacía todo sola! Fui tan avergonzada! ¡Ahora sí que María jamás va a ayudarme con las cosas de la casa!”
“Mi propio hijo me trata así! Estoy destrozada!”
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Queridas amigas, si hay algo que el Señor Jesús nos enseña con estos ejemplos es que no debemos ser sentimentales ni demasiado sensibles.
Imagínense lo que hubiera sido de Pedro, Marta y María si se hubiesen sentido ofendidos y con rencor del Señor Jesús por la manera en que les habló?!? O por haber sido reprendidos en frente de todos…
Muchas veces usamos mucho sentimentalismo y nos hacemos mucho más sensibles y así, más inclinadas a guardar rencor.
Nos hacemos de cristal y cualquier palabrita mal colocada de alguien puede quebrarnos en pedacitos!
Esta no es la fe que el Señor Jesús nos enseña.
Muchas veces piensas… “El Señor que Jesús no me hablaría así…”
¿Realmente no?
Amigas, ¿Cuántas veces nos quedamos resentidas al ser reprendidas?
¿Cuántas veces nos quedamos tristes por algo que nos dijeron?
¡Basta! ¡Esto tiene que tener un fin!
No estoy diciendo que es fácil, o que no debes sentir nada, ¡de ninguna forma!
Lo que estoy diciendo es que tenemos que estar atentas y orar más y luchar en oración cuando nos sucede algo así.
Cuando comenzamos con pensamientos del tipo…
¿Quién es ella (o él) para hablar así?
Yo no merecía ese maltrato
¿Qué hice para merecer eso?
Mi Dios, mira lo que dijo de mí!
Tenemos que reprender, pues alimentar estos pensamientos no nos ayudará en nada, ¡solo va a empeorar!
Cuando algo similar suceda, vigila tus pensamientos y repréndelos si siguen por este camino. Cambia estos pensamientos por un análisis de ti misma…
¿Qué es lo que el Señor me quiere enseñar con esto?
¿Cuál es mi error?
¿Qué puedo hacer para cambiar?
¿Qué puedo hacer para que no vuelva a suceder?
Si lo que sucedió es algo que parece sin fundamento…
Ora por la persona en forma positiva, para que el Señor Jesús la bendiga.
Aconsejo también que no te distancies de ella, si no que te acerque para probar que eres lo contrario de aquello que ella dijo.
Claro, que eso va a depender, pues existen personas que son muy difíciles y es realmente mejor mantener la distancia, pero siempre con un corazón limpio, sin rabia, resentimientos o rencor.
No seas una “Mujercita de Cristal”, llena de sentimentalismo y fácil de herir.
Tenemos que ser una pared dura para el diablo.
Mujeres de oración, SENSIBLES a la voz de Dios, pero INSENSIBLES a la voz y provocaciones del diablo!
Fuente: cristianecardoso.com