Cuando no nos gusta nuestro pelo, cambiamos el color o el estilo. Cuando no nos gustan los zapatos, lo cambiamos. ¿Qué pasa cuando no nos gusta nuestra actitud? Nos encontramos con excusas para no cambiar:
“Yo soy así”, o “Me crié así”, o “Si la gente me quiere, me van a aceptar de la manera que soy ‘, o el famoso ” Sólo estoy siendo honesta”.
Hay muchas cosas sobre nosotras mismas que fácilmente podríamos cambiar para mejor, sobre todo aquellas cosas que son perjudiciales para nuestra relación…
- Te falta paciencia y comprensión con las personas.
- Estás demasiado ocupada para importarte con los problemas de los demás.
- Eres demasiado egocéntrica para pensar en los demás.
- No eres sincera y no crees que eso sea importante.
- Estás tan centrada en tus metas que te olvidas de todos.
Y entonces, cuando necesitas a alguien, ves que estás sola. Y cuando piensas en Dios, parece que Él no está presente, pero la verdad es que no has tenido contacto con Él desde hace ya mucho tiempo… no tienes tiempo para los demás, ¿piensas que vas a tener tiempo para Dios? Todo lo que no haces para los demás, automáticamente no lo estás haciendo para Dios. La única manera de servir a Dios es servir a los demás.
Fuente: http://www.cristianecardoso.com