Al hablar de María (Miriam), recordamos enseguida que fue aquella que siguió a su hermano Moisés, cuando su madre, Jocabed, lo puso en el río Nilo para salvarlo (Éxodo 2:4). La hija del Faraón lo encontró y lo crió como si fuera su hijo, pero fue Miriam quien se ofreció para encontrarle una mujer que amamantara al niño. Por ese motivo, la propia madre de Moisés lo alimentó diariamente, hasta que estuvo fuerte y saludable. (Éxodo 2:7-10).
Podemos decir que Miriam es un óptimo ejemplo del discipulado hecho entre bastidores. Fue usada por Dios, celando por la vida de su hermano Moisés, que, más adelante sería usado para liberar a los hebreos de la esclavitud (Éxodo 15:19).
Y esa es la belleza del no reconocimiento de los hombres que muchos aun reclaman. Hay tantos que quieren estar en el altar por el simple hecho de mostrar que Dios los usa. Y claro que los usa, pero a Él también le agradan las personas que se abren para ser usadas en los bastidores. Imagine lo que usted puede realizar por la simple actitud de acompañar a alguien, de ayudarle a conocer al Señor Jesús.
Parece que lo simple no tiene gracia, no hace que alguien se destaque, sino lo contrario. Sin embargo, una simple oración puede salvar la vida de una persona. Y eso fue lo que hizo Miriam, ella se abrió para ser usada por Dios y salvar la vida de Moisés y, se podría decir que también del pueblo hebreo. También condujo a las mujeres hebreas en una danza victoriosa por la libertad alcanzada (Éxodo 15: 20).
Pero, así como todos, ella no era perfecta. Cuando Moisés se casó, Miriam y su otro hermano, llamado Arón, hablaron contra él (Números 12:1-2). En realidad esta fue una demostración de los celos que le tenían a Moisés, puesto que él era muy usado por Dios. No lo alertó sobre la mujer con quien se iba a casar, sino que lo criticó de una manera que desagradó a Dios.
Por el resultado de la desaprobación divina, nos damos cuenta de que Miriam quiso diseminar la contienda, porque lo que hizo no tiene que ver con la exhortación en el amor. Quiso exponer a su hermano, criticándolo, hablando de él. Deseó la aprobación de Aarón contra Moisés, para hablar mal de aquel que era “más” usado por Dios.
Dios conoce el corazón de cada uno
Hay muchos que son así. Siempre listos para hablar mal de un siervo de Dios. Aunque Moisés estuviera equivocado o ella desaprobara la actitud de su hermano, Miriam no podría usar nada contra él. Dios conocía el corazón de Moisés, sabía que tenía carácter y que Lo amaba por encima de todo. El Señor se iba a ocupar de la vida sentimental de Moisés en particular (Números 12:7-8).
De esta forma, Miriam también es un ejemplo de temor a Dios. A causa de los celos que sintió hacia su hermano, quedó leprosa (Números 12:10-11) y solo fue curada porque Moisés se Lo suplicó a Dios (Números 12:13).
En este caso, la lepra es una enfermedad en la piel. Pero ¿cuántos son los que tienen su alma enferma por no temer a Dios? ¿Cuántos quieren hacer la obra de Dios carnalmente, criticando a los hombres de Dios, sin escrúpulos y sin respeto a Sus propósitos?
El pecado del otro no puede ser usado contra él. Imagínese si su pecado fuera expuesto y todos supieran lo que usted hace en secreto. Dios es un Dios que exhorta en el amor, en el momento correcto, sin avergonzar a sus hijos, sino enseñándoles y guiándolos hacia el camino cierto.
La historia de Miriam nos enseña a estar atentos, a ser usados a favor del Reino de Dios para salvar vidas, y no a exponer los pecados de otras personas. Cuidado, usted puede volverse leproso en el alma.
Obs.: Algunas versiones de la Biblia se la llama María y otras Miriam, en ambos casos se refiere a la misma persona.