Cuenta la leyenda que cierta mujer pobre con su niño en brazos, pasó delante de una cueva y escuchó una voz misteriosa que dentro le decía:
“Entre y coja todo lo que desee, pero no se olvide de lo principal.
Acuérdese de una cosa: Después que salgas, la puerta se cerrará para siempre. Así que, aproveche la oportunidad, pero no se olvide de los principal…”
La mujer entró en la cueva y encontró muchas riquezas. Fascinada por el oro y por las joyas, puso al niño en el suelo y comenzó a juntar, ansiosamente, todo lo que podía en su delantal.
La voz misteriosa habló nuevamente:
“Usted ahora, sólo tiene ocho minutos.”
Agotados los ocho minutos, la mujer cargada de oro y piedras preciosas, corrió para fuera de la cueva y la puerta se cerró… Se acordó entonces, de que el niño se quedó dentro y la puerta ¡estaba cerrada para siempre!
La riqueza duró poco y el desespero, siempre.
Lo mismo acontece, a veces, con nosotros. Tenemos unos ochenta años para vivir en este mundo, y una voz siempre nos advierte: “¡No se olvide de lo principal!” y lo principal son los valores espirituales, ¡la vida, las amistades, el amor! Pero las ganancias, las riquezas, los placeres materiales nos fascinan tanto que lo principal va quedando siempre de lado… Así, agotamos nuestro tiempo aquí, y dejamos de lado lo esencial: “¡Los tesoros del alma!” jamás debemos olvidar, que la vida en este mundo, pasa rápido y la muerta llega inesperadamente. Y cuando la puerta de esta vida se cierre para nosotros, de nada valdrán las lamentaciones.
Así que, no nos olvidemos de lo principal.
Fuente: familiaunida.es