El sufrimiento de Jonathan Castillo comenzó desde la niñez, pues él presenciaba las peleas, desunión y separación de sus padres.
“Había muchas peleas entre los dos, por un lado mi mamá se encontraba muy enferma y por otro mi papá estaba sumergido en el vicio del alcohol. Toda esta situación me hacía sentir solo, triste, comencé a sufrir de insomnio, pesadillas, vivía siempre con nervios, llegué al punto de no querer salir a la calle y además deseaba la muerte.
Con el pasar del tiempo me involucré con malas compañías y así fue como poco a poco me envolví en el consumo del alcohol. En mí nació mucho rencor y rabia hacia mis padres, a tal punto que prefería verlos muertos.
En realidad, ya no encontraba la salida a tantos problemas.
Al llegar a la Universal, comencé a participar los Viernes de Liberación y gracias a Dios con mucha perseverancia y paciencia obtuve un cambio sorprendente, pues espiritualmente me siento otra persona, ya no tengo rencores, amo a mis padres, no dependo del alcohol para refugiarme de los problemas, que me hacían sentir sin fuerzas para seguir viviendo. Puedo decir que soy feliz.”