“Desde pequeña crecí en una familia, donde la palabra amor era una utopía, puesto que mis padres estaban separados y yo sentía el desamor de ellos.
Con el pasar del tiempo mi corazón día con día se fue llenando de odio y de rencor y pensaba que la única razón por la cual estaba en este mundo era para sufrir, pues padecía de dolores de cabeza constantemente y de nerviosismo por causa de la violencia que existía en mi hogar. Sumado a esto tenía una desviación en la columna, la cual me impedía realizar muchas actividades y por esta razón me sentía deprimida y llena de rabia. Buscando una solución para mis problemas frecuenté la brujería, pero lo único que conseguí fue empeorar mis problemas, ya que comencé a llevar una vida muy desordenada y todos los dolores que padecía aumentaron. La situación se agravó tanto que comencé a ver sombras y a sufrir de insomnio.
Entonces en medio del sufrimiento recibí una invitación para participar en la Terapia Familiar y Espiritual. A partir de ese momento mi vida recobró el sentido. Ahora realmente puedo decir que soy feliz, pues duermo tranquila, estoy llena de paz, serenidad, y tengo mucho vigor; aquella vida triste que llevaba quedó en el pasado”. Evelyn de Figuera