¿DE QUIÉN SOMOS SIERVOS? ¿A QUIÉN OBEDECEMOS… O MEJOR, ¿A QUIÉN USTED HA OBEDECIDO?
“Yo tengo un jefe, en el trabajo le obedezco…”;
“Yo obedezco a mis padres, porque me sustentan y a ellos les debo respeto…”;
“Yo obedezco a mis profesores, porque son las autoridades en clase…”;
“Yo obedezco a las autoridades, al gobierno…”;
“… etcetera, etcetera, etcetera….”
Muy bien, todos nosotros, para que podamos vivir en sociedad de forma pacífica y civilizada, tenemos que obligatoriamente obedecer la reglas de conducta. Sin embargo, no es a ese tipo de obediencia que me refiero y sí a una más profunda, aquella que no es hablada, aquella que, cuando es verdadera, guardamos para nosotros y es conocida sólo por el “obediente” y por su “señor”.
Ahora, le realizo la pregunta completa: ¿A quién usted ha obedecido? ¿A Dios? ¿A los demás? ¿Al diablo? ¿O a su propia voluntad? Escoja a una, pues de lo contrario, una de las cuatro le va a escoger a usted.
“Espera en el Señor y guarda su camino, y El te exaltará para que poseas la tierra; cuando los impíos sean exterminados, tú lo verás.” (Salmo 37.4)
No existe medio término, ni para las elecciones y mucho menos para sus consecuencias… ¡Piense en esto!
Te veo en la Universal o en las nubes.
Obispo Julio Freitas