Cuenta la historia que un sabio llegó a una ciudad desconocida, él fue para enseñar a las personas lo que él sabía, pero ellas no le prestaron atención. El sabio sólo consiguió reunir a algunos pocos jóvenes, mientras el resto de los habitantes se reía de su trabajo.
Paseaba con su pequeño grupo de discípulos por la calle principal, cuando un grupo de hombres y mujeres empezó a insultarlo. El sabio en lugar de fingir que no se daba cuenta, fue hacia ellos y los bendijo.
Las personas quedaron murmurando con respecto a la actitud del sabio y decían: “¿Cómo es posible que nosotros tratamos mal a este hombre y aún así él nos bendice?”.
Al irse de allí, uno de sus discípulos comentó:
– Señor todas estas personas le decían cosas horribles y usted solo les respondió con palabras bellas y bendiciéndolas.
El sabio respondió:
– Cada uno de nosotros sólo puede ofrecer lo que tiene, ellos me ofrecieron agresión y maltratos, porque eso es lo que hay en sus corazones. Esta fue la razón por la que no reaccioné igual a ellos.