Su relación con Dios está directamente unida a los lugares a los que va; con quién habla y con quién se relaciona. Si entre sus relaciones hay personas carnales, será igualmente carnal, pues si tiene esta inclinación, con seguridad se identificará con alguien de semejante índole. Y nunca habrá entre usted y Dios una relación; ¡porque su ambiente no es el de Él!
Cuando la persona se identifica con el “mundo”, ella se inclina para la “carne” y ésta hace parte de su vida.
Si pretende tener con Dios una relación seria, ¡en primer lugar debe saber quién es Él! Y sepa que en esta relación no puede existir fingimiento ni superficialidad.
En la relación con Dios, no existen momentos ciertos u horas específicas. La propia persona es quien hace el momento, mediante su entrega TOTAL. Sin artificios, mentiras o de forma mecánica.
Usted tiene sus tareas y quehaceres. Pero, en el momento en que va a encontrarlo a la Iglesia, ¿cómo es su comportamiento? ¿Se preocupa en oírlo?
Amiga, piensa conmigo: Si actúa así en la relación con su marido, en el momento de besarlo y, en el momento íntimo, si su cabeza estuviese en todas partes, menos allí… Dígame, ¿qué provecho sacaría? ¡Ninguno! Corre serios riesgos de perderlo. Todo porque no hubo una entrega total de su parte.
No se engañe, creyendo que existe entre usted y Dios una relación, sólo por el hecho de tener un uniforme, hacer parte de un grupo o porque atiende a un necesitado. Su relación con Dios está directamente unida a su objetivo. Cuando su mente está centrada en las cosas de Él, esto no queda oculto dentro de usted, sino que se muestra a través de su vida y de su postura.
Procure cautivarlo con su sinceridad y siendo sumisa a lo que Él le pide.
Fuente: vivifreitas.me