No se puede elegir lo que queremos oír. Por esta razón, muchas cosas que se dice no siempre son agradables al corazón. Lo que podemos elegir, sin embargo, son las respuestas a los comentarios desagradables. Existe una gran importancia en la valoración de estas respuestas, pues quién no las utiliza termina por convertirse en un prisionero de las reacciones.
Responder con educación y sabiduría a un comentario desagradable no siempre es una hazaña común. Hay hombres que son incapaces de pronunciarse, cuando reciben un «out» sin motivo alguno. Es bueno aclarar que el silencio es un arma poderosa contra este tipo de situación. Hay momentos, sin embargo, en que hay necesidad de una exhortación imprescindible.
Quienes se consideran muy «sensibles» viven decepcionándose fácilmente de amigos, colegas, familia y con aquello que otros dicen o hacen. Lo que más llama la atención de psicólogos y profesionales que estudian la conducta humana es que las personas sensibles (por definición) son aquellas capaces de obtener una cantidad de información sensorial y emocional, de otros, mucho mayor que una persona común. Por lo tanto, las personas mucho más comprensivas, tranquilas, rara vez se decepcionan con el comportamiento de otros. Esto se debe a que su sensibilidad súper agudizada va más allá de las apariencias, lo que evita las decepciones.
Según la psicología, las personas que dicen ser sensibles, de hecho, en realidad son reactivas. Estas personas creen que piensan, pero sólo reaccionan emocionalmente a cualquier cosa, sin reflexionar, controlar u observar. En pocas palabras, reaccionan como reaccionan los niños.
Todo ser humano es reactivo alguna vez, pero es el crecimiento y la madurez que va hacer con que esta reactividad se desvanezca lentamente. El niño simplemente reacciona, que es más que natural. En el mundo de los adultos, una persona reactiva normalmente es considerada testaruda e infantil.
La Palabra de Dios menciona varias situaciones donde los hombres sabios llevaron a otros hombres a reflexionar sobre sus propias acciones. Jesús hizo esto varias veces para instar al hombre. Cuando los judios querían apedrear a María Magdalena, por causa de su adulterio, Jesús dijo: El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Cuando los fariseos dijeron a Jesús que echaba fuera a los demonios por Belcebú, el príncipe de los demonios, él respondió: «Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá». (Mateo 12.24)
Lo que debe ser observado es que Jesús, aun siendo superior a cualquier ser, y teniendo poder para destruir a cualquier hombre en el momento que quisiese con una simple mirada, decidió exhortarlos con autoridad dentro de la Palabra. Ese es el secreto para cualquier situación: el conocimiento de la Palabra de Dios, porque solamente de este modo el hombre es lleno del Espíritu Santo, que pone en su boca palabras de sabiduría.