“Vivía humillado, frustrado y con muy mal carácter. El dinero que ganaba no me alcanzaba para nada. No tenía como sustentar a mi familia y casi nos quedamos en la calle porque el dinero que percibía era muy poco.
Como jefe de familia me sentía desesperado porque no podía alimentar a mis hijos y darle el sustento a mi esposa. Después de participar en el Progreso Económico, aprendí a usar la fe y darle un basta a la situación.
Hoy tengo mi propio negocio, mi casa, auto y camiones para mi trabajo, gracias a Dios ahora no nos falta nada.”
Eugenio Escorcia