Durante mucho tiempo sufrí con migraña muy fuerte. Recuerdo que cuando me daban los dolores no lograba hacer nada, pues no me podía ni levantar de la cama. Además de esto tenía artritis en las manos. Al visitar los médicos me decían que debía recibir tratamiento pero que estas enfermedades no tenían cura y debía aprender a convivir con esas enfermedades.
Una amiga me hizo la invitación para participar en la Iglesia Universal y recibir la unción con el aceite santo. Comencé a asistir y coloqué mi fe en práctica. Me ungía con el aceite así como si fuera la medicina, recuerdo que lo colocaba en mis manos en la cabeza y en los lugares donde tenía dolencia.
Ahora estoy completamente sanada, ya no sufro más con esas enfermedades, puedo mover las manos y llevar una vida normal, pues el Señor Jesús me sanó por completo, gracias a Dios.
Arelis Martínez