Al ser diagnosticada con el virus de papiloma humano, me desespere, no sabía qué hacer ni a dónde ir porque los médicos me explicaron que este mal no tenía cura y que sólo podían tratarme con tratamientos.
Recibí una invitación para asistir los martes a la Iglesia Universal y ser ungida con el aceite santo, además de recibir una oración de fe. Recuerdo que fui persistente, ungiéndome y recibiendo la oración. Cuando fui a realizarme las pruebas nuevamente arrojaron resultados negativos. Así que fui totalmente curada, gracias a Dios.
Jeraldine de Aguilar