Todos queremos que algo bueno suceda en nuestras vidas y en las de nuestros familiares. Hemos tomado la decisión de luchar para que nuestros sueños, metas, anhelos y deseos se cumplan o se transformen en una realidad. Pero debemos entender y tener en cuenta, que no somos los únicos luchando por la realización de aquello que queremos; en todo el mundo hay personas que están haciendo lo mismo. Algunas creyendo en ellas mismas y otras, creyendo en Dios; y sin embargo, no ha sucedido nada, han vivido en la miseria y sin ver sus sueños concretados.
La diferencia está en la fuerza que cada uno coloca; la sagrada escritura dice: “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis”. (1 Corintios 9:24)
Es decir, en una competencia, vamos a encontrar a muchos atletas, todos queriendo alcanzar el premio, el primer lugar, pero, como sabemos, todos no pueden alcanzarlo, porque el primer lugar es sólo para una persona. Es por eso que en las competencias se entregan las medallas de oro, plata y bronce.
Es necesario colocar toda la fuerza, sabiendo que nuestra victoria y nuestra conquista, no depende de nada ni de nadie, sólo de nosotros. Usted, yo, nosotros, somos y seremos los únicos responsables de todo lo que suceda en nuestras vidas de aquí en adelante. No se deje engañar o vencer por lo que ha visto, escuchado o sentido, la fe no tiene nada que ver con eso.
Si usted y sus familiares quieren ganar esta carrera, entonces tengan en cuenta que eso solo será posible si todos están tomados de la mano con el Único que puede hacer que lo imposible se torne posible: Dios.
Haga su parte, coloque toda su fuerza, de su mejor y alcance la victoria.